Por: Gustavo Novaro García
La cosmovisión de López se formó bajo el concepto de que la industria petrolera era la palanca del desarrollo, y la industria petrolera se resumía en una palabra: Pemex.
López había visto cómo su natal Tabasco de ser un estado agrícola y ganadero se había transformado gracias al oro negro que llevó inversiones y desarrollo, aunque también problemas ambientales. López forjó su imagen de luchador social bloqueando los pozos petroleros y logrando que Pemex le diera dinero a los campesinos y pequeños propietarios, y él aprovechó esos recursos para impulsar su carrera política al escenario nacional.
Durante los años de ascenso de López en la vída pública, el precio del barril aumentó, en un momento dado superó los 100 dólares, México encontró importantes yacimientos, el más famoso y productivo, Cantarell, y llegó a producir más de tres millones de barriles de petróleo diariamente.
Los hidrocarburos habían logrado mantener la expansión del aparato burocrático federal y a detonar el crecimiento de la costa del Golfo de México. Sin embargo, desde hace décadas los economistas públicos y privados habían observado que el sostenimiento de la industria petrolera mexicana era imposible sin la inversión privada, ya que los yacimientos por aprovechar se encontraban a una profundidad importante y el dinero público no bastaba para eso. De allí que era urgente y necesaria una reforma energética que permitiera una mayor participación del capital privado.
Pero esto iba en contra de todo en lo que creía López y su grupo cercano. Para ellos el control de la industria petrolera era inamovible, creían que con disminuir o terminar la corrupción endémica en Pemex, que incluye a los altos funcionarios, al sindicato y a los contratistas, la empresa volvería a ser lucrativa y permitiría financiar los planes, proyectos y dádivas del gobierno.
Se hicieron proyecciones ambiciosas, con la suficiente inversión Pemex revertiría la caída de su producción y empezaría a producir más y más petroleo, que se emplearía para, entre otras cosas, remplazar las importaciones de gasolina, que colocan a México en una peligrosa dependencia y que suponen una erogación importante. Y, para encabezar la recuperación de la empresa, se coloco al frente a un amigo muy cercano de López, carente de cualquier conocimiento del mercado energético y de las nuevas realidades tecnológicas.
Pues bien, en casi dos años de ejercicio, el despertar a la realidad ha sido muy doloroso para los sueños faraónicos de López.
En noviembre de 1979, la compañía extrajo 1.615 millones de barriles por día, lo que para entonces era una cifra récord y a partir de allí llegó a su máximo histórico de 3.4 millones de barriles diarios alcanzados en 2003. De ese pico, la producción comenzó a disminuir.
Además, los crudos que extrae México, conocidos como Istmo y Maya, son más pesados que el que se usa como referente en el continente, el West Texas Intermediate, ya que el de mejor calidad, el Olmeca, está casi agotado, lo que obliga a un mayor proceso de refinación, lo que abarata el precio del petróleo mexicano.
La semana anterior se dio a conocer que en julio de este 2020 la producción diaria de Pemex fue de 1.5 millones de barriles, por lo que la meta que le planteó López a la empreza -producir 2.4 millones de barriles diarios para 2024- parece una utopía inalcanzable. Mes tras mes disminuye la extracción, además la contracción económica mundial producida por el Covid no favorece al mercado petrolero.
La deuda de Pemex, pese a la inyección de recursos por parte del sector público sigue elevadísima, los adeudos a los proveedores ponen en riesgo a decenas de empresas y a millares de trabajadores, se han descuidado detalles tan importantes como pagar los sistemas cibernéticos de seguridad, por lo que hackers pudieron intervenir los sistemas informáticos de la empresa y exigir rescate para devolverlos; en el interior, el clima laboral está en una pésima situación, hay recortes constantes. La atención médica, que antes era excelente ha perdido calidad. Recordemos el caso del hospital de Villahermosa, en donde se le proporcionó medicina adulterada a pacientes, lo que provocó varios fallecimientos.
Con una visión retrógrada, con recursos limitados y terquedad para no cambiar el modelo, Pemex está quebrado. Recordemos que La Quina, el famoso líder petrolero encarcelado por Carlos Salinas de Gortari, dijo una frase famosa: “Si se hunde Pemex, se hunde México”. El país no se hundirá, lo que sí, es el desgobierno de López.