Por: Miguel Ángel Jasso Espinosa
1.- Cifras de la descomposición social en México
En el México salvaje que estamos viviendo durante el primer semestre de 2018, existen datos estadísticos sorprendentes por la brutalidad contra la que se enfrenta en conjunto la sociedad mexicana:
- México cerró el año 2017 con 25 mil 339 homicidios dolosos, la cifra más alta desde que iniciaron los registros a nivel nacional en 1997.
- 2017 fue un año de los más violentos de las dos últimas décadas.
- Pero el inicio del 2018 no ha sido diferente al año anterior: al primer trimestre del 2018 ya se conocía la cifra de 7 mil 667 homicidios registrados oficialmente en México, casi 20% más que el mismo periodo de 2017.[1]
- Si en lo que va del año se rastrea la información publicada en la prensa nacional, del 1 de enero al 31 de mayo de 2018, en México han sido asesinadas mil 165 mujeres, de acuerdo con las cifras recabadas por el Mapa de Feminicidios en México, creado y actualizado por la geofísica María Salguero.[2]
- En la semana previa a la elección presidencial, la violencia contra candidatos a puestos de elección popular no disminuyó; con una cifra de 49 muertos se llegó a la elección del primero de julio.
Cuando los investigadores universitarios o los periodistas nos presentan esas cifras, y nos dejan en claro el estado de indefensión en el que nos encontramos los ciudadanos, muchas personas comenzamos a preguntarnos ¿quiénes están a cargo de nuestra seguridad? Y certeramente muchos creemos que por obviedad se trata de personas que NO están haciendo su trabajo. Pero quizás esas cifras presentadas anteriormente adquieran mayor relevancia si además incluimos un dato revelador: en nuestro país asesinan a un policía por día. También podemos decir que en promedio, cada semana son asesinados al menos siete policías, sean del orden municipal, estatales, federales e incluso miembros de las Fuerzas Armadas.
De conformidad a las estadísticas de la Unidad de Información para la Seguridad Pública de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), en 2017 cayeron en cumplimiento de su deber 244 policías municipales, 37 ministeriales de la PGR, 18 policías federales, 13 custodios penitenciarios y nueve elementos de seguridad privada. De acuerdo con esas cifras los policías municipales en todo el país tienen un 15.2 % más riesgos de ser asesinados durante su labor que el resto de las corporaciones policiales.[3]
De acuerdo con un recuento elaborado por reporteros y corresponsales del diario Excélsior, existe una plataforma estadística que arroja 341 mil uniformados en todo el país para el primer semestre de 2018.
De este gran total, con base en carpetas de investigación y notas periodísticas, se calcularon 176 agentes muertos en 23 estados en lo que va del año. En contraste con los Estados Unidos, en donde hay registrados 900 mil agentes, hasta el 3 de mayo del 2018 habían sido asesinados 68 elementos, de acuerdo con la National Law Enforcement Officers Memorial Found. Estos datos indican que en el país vecino uno de cada 13 mil 200 agentes ha sido asesinado durante este año, un riesgo 6.5 veces menor que en México.
De acuerdo con la investigación del diario Excélsior, Guanajuato (36), Guerrero (29), Veracruz (12) y Jalisco (13) están entre las entidades donde más policías han sido asesinados en lo que va del año, pues tan sólo éstos suman 90 del total de los homicidios.
Número de policías muertos en la Ciudad de México (11), Oaxaca (10) y San Luis Potosí (10); en estos últimos estados suman 31 policías estatales y locales, así como elementos de la Policía Federal, militares y marinos ultimados en lo que va del año. A estas entidades se suman los estados de México y Sinaloa, los que reportaron siete agentes acribillados en cada una. El resto de los homicidios ocurrieron en Durango (1) y Nayarit (1); así como Tlaxcala, Baja California, Colima y Coahuila, con dos asesinatos cada entidad, e Hidalgo, Tabasco, Tamaulipas, Quintana Roo, Chihuahua y Chiapas con tres cada una, y Michoacán con cuatro.[4]
Que los asesinatos de policías sean a razón de al menos uno por día, es en sí mismo un signo de naturaleza preocupante. Implica abundar en la descomposición de nuestra sociedad porque ha llegado hasta niveles alarmantes.
Si aceptamos que la policía refleja para bien o para mal a la sociedad a la que sirve, en México debemos estudiar a la policía atendiendo y explicando el contexto social en la que ésta se constituye y actúa. Es posible afirmar que hay, en México, una relación directa entre las características y actuación de la policía y la manera como se crea el orden. Lo puedo decir de otra manera, el tipo de policía que tenemos responde a un determinado orden político y social. Y lamentablemente, en México todos sabemos que nuestra policía participa implícitamente en la corrupción, además sabemos que en su proceder son ejemplo de ineficiencia, negligencia o mala preparación. Que se les ejecute sin miramientos implica reconocer que el orden político y social México está más que fracturado.
El mayor problema de esta situación compleja radica en que desde hace dos décadas se nos ha venido vendiendo a los ciudadanos la idea de que la policía en México se ha estado profesionalizando… Y que, al menos en los casos de las policías del ámbito federal ocurre una profunda renovación institucional…
2.- Historia de la descomposición policial.
Durante años ha existido desconfianza de buena parte de la sociedad mexicana hacia las autoridades encargadas de brindar seguridad pública y procuración de justicia, debido a los actos de corrupción en que incurren algunos servidores públicos.[5]
La desconfianza es lógica y entendible frente a un panorama de inseguridad derivado del constante crecimiento del crimen organizado y de los delitos de alto impacto, sobre todo, porque en muchos casos, en la comisión de delitos, están coludidos elementos activos de instituciones policiales.
La explicación que da Ernesto López Portillo Vargas a este fenómeno es la siguiente:
La policía en México ha operado con base en un mecanismo histórico de lealtad política a cambio de impunidad y relativa autonomía, en el que no existieron realmente límites que regularan su actuación. Esa lealtad se garantiza a través de la negociación de compromisos y beneficios mutuos entre quien representa a la policía y quien representa al poder. La complicidad frente a un amplio margen de impunidad es el principal vínculo que al mismo tiempo compromete y beneficia las dos partes: Lealtad, complicidad, impunidad y autonomía son, en mi opinión, los ejes de un complejo mecanismo que ha constituido la base histórica del comportamiento de las instituciones policiales en México.[6]
Obviamente, no tener controles rígidos e institucionales sobre los elementos policiales así como la falta de su profesionalización redundó en un mal desempeño y descomposición del sistema de seguridad pública, que dio cabida a la ineficiencia, a la corrupción y a la descomposición social.
Por las razones anteriores, es entendible que, como en todo proceso de restructuración de la confianza y las acciones específicas emprendidas por los actuales representantes de la administración pública federal para garantizar la seguridad pública, se puede o no estar de acuerdo con lo alcanzado en 25 años de implementar el nuevo modelo policial en nuestro país.
3.- Reingeniería de la policía federal
De la lista de cambios estructurales en los ámbitos legal e institucional para optimizar la actuación, coordinación y los resultados de las autoridades responsables de la seguridad pública, quiero referirme en lo particular a la instrumentación del Nuevo Modelo Policial, que pone énfasis en la reingeniería policial.
Este nuevo modelo policial comenzó a estructurase en nuestro país al menos desde el final de la administración de Ernesto Zedillo (1999), consolidándose durante los dos gobiernos panistas y continuado con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Su implementación está enfocada en las policías de carácter federal, aunque algunos gobiernos estatales ya están trabajando también en su ejecución (como en el estado de Nuevo León).
Los promotores del nuevo modelo policial se basan en la concepción de “reingeniería”; sus alentadores se fundamentaron en el teórico Michael Hammer quien no vacila en adelantar una definición en tres palabras: “empezar de nuevo”. Esto implica no mejorar superficialmente el sistema actual dejando intactas las estructuras básicas. El verdadero significado es el apartarse drásticamente de antiguos procedimientos que sólo hallan justificación ―porque siempre se hizo así―, y encarar con renovadora energía un proceso de cambio.[7]
De acuerdo a Michel Hammer, la reingeniería, en un primer momento, es un proceso que debe realizarse de arriba hacia abajo, es decir que debe ser iniciada por el líder de una organización o de un país (“líder transformacional”). Si no existe voluntad política de llevarla a cabo, si no hay decisión y si no se canalizan recursos a la misma, esta no prosperará.[8]
En esencia, la reingeniería debe olvidarse por completo de lo que es el proceso actual y concentrarse en como debe ser. El rediseño radical de procesos significa que la reingeniería se aparta del concepto tradicional de hacer mejoras a los procesos existentes. Radical significa ir a la raíz de las cosas. Reingeniería no es mejorar lo que ya existe, sino que se trata de desechar lo actual para recomenzar, esto es: reinventar cómo podemos hacer nuestro trabajo. En efecto, la reingeniería busca la reformulación completa de los procesos existentes, basándose en una concepción del trabajo radicalmente diferente a la que ha predominado hasta ahora, basada en la división del trabajo, la especialización y la departamentalización por funciones. Se trata de reinventar la forma en que diseñamos un proceso, utilizando conceptos radicalmente diferentes a los tradicionales.
La reingeniería policial o la instrumentación de un nuevo modelo policial en nuestro país no fue planteada como un mero “ejercicio sexenal” de cambio institucional, sino como un esfuerzo integral de reforma del Estado y de la relación Estado- sociedad, el cual implica un rediseño de su organización y de los incentivos que tienen las autoridades públicas para relacionarse con la sociedad. Su origen en cuanto “política de seguridad pública” se vincula a la Nueva Gestión Pública de la cual los gobiernos federales panistas (2000 – 2012) fueron promotores y de la que la administración de Peña Nieto ha sido continuadora.
Las propuestas de la Nueva Gestión Pública para generar un mayor eficacia y eficiencia son: reducción del tamaño del sector público, descentralizar las organizaciones, liderazgos con iniciativa, visión y capacidad, ruptura del monolitismo y especialización, desburocratización y competencia, énfasis en el cliente ciudadano, evaluación y cambiar la cultura o imagen negativa de las instituciones policiales.[9]
El nuevo Modelo de Seguridad policial propuesto, comprende, entre otros elementos clave para la seguridad pública, la homologación de procedimientos y estructuras institucionales; la implantación de un sistema operativo que incluye el combate y la prevención del delito: en primer lugar mediante el desarrollo de capacidades tecnológicas y la construcción de la infraestructura necesaria (Plataforma México); en forma paralela con la profesionalización de los miembros de las corporaciones policíacas, y la modernización de los sistemas de operación y vigilancia en los centros penitenciarios de todo el país.
Mediante el nuevo diseño institucional se sentaron las bases para que las policías federales operaran con el ciclo básico de inteligencia.
En suma, el Nuevo Modelo Policial federal, fue diseñado como un proceso de gestión estratégica para redefinir el papel tradicional de la administración pública, enfatizando como componente esencial la creación de valor público, es decir resultados socialmente aceptables para la comunidad, lo que implicaría a largo plazo, la reducción de la inseguridad pública.
El Nuevo Modelo Policial federal va de la mano con su certificación, lo cual conlleva evaluar sus niveles de confiabilidad, eficiencia, profesionalismo, su apego a la legalidad y el respeto a los derechos humanos.[10]
4.- El “Módulo de Policías Caídos en el Cumplimiento de su Deber”
Pese a la desconfianza generalizada a la profesionalización de la policía, diversos analistas y asociaciones de la sociedad civil manifiestan que no es poco lo que se ha avanzado en una de las tareas más necesarias para el país: la restructuración, depuración y profesionalización policial.
Los policías son la primera “cara” del gobierno ante la ciudadanía. Y también, son el primer frente de batalla contra la delincuencia, la convencional y la organizada. Son carne de cañón. Uniformados o con otra indumentaria, cuando mueren de manera violenta se convierten en una fragmentada y confusa estadística que no permite dimensionar la magnitud de la tragedia.
Para un ciudadano común es fácil imaginar que los policías abatidos, tan solo en lo que va del año, fueron muertes debidas a su vinculación con la delincuencia organizada. Pero existen carpetas de investigación de prácticamente todos los casos y en varias de éstas, existen elementos para considerar que los policías ejecutados no quisieron inmiscuirse o participar en asuntos de corrupción –y al no hacerlo, su negativa fue cobrada con la vida–. Un caso muy reciente fue el de seis policías municipales ejecutados en el municipio de Amozoc de Mota, donde hasta el momento de la investigación se sabe que los ejecutados denunciaron actividades ilícitas de “huachicoleros” de la región. Ante su negativa de no participar en este acto de corrupción de saqueo de combustible, aparentemente “fueron puestos” por dos comandantes policiales de la región.[11]
Como en el caso referido, también se puede abundar en otras historias de policías abatidos por no acceder a actos de corrupción.
Aquí lo más importante a destacar es avanzar en la dignificación del papel de las policías del país, porque la ciudadanía en su conjunto los ha desacreditado y sobre todo, los ha abandonado en el ejercicio de su trabajo. Por ello no deja de ser interesante que los gobiernos municipales, estatales y el federal se esfuercen en profesionalizar y capacitar los cuerpos policiales y busquen su certificación.
¿Quién se ha puesto en los zapatos de un policía que lleva años en su corporación sin dar muestras de enriquecimiento ilícito?
¿Quién se ha puesto en los zapatos de una familia que acaba de perder al sostén de su familia en un enfrentamiento contra criminales? ¿Quién piensa en la zozobra de esa familia?
Desde mi punto de vista no deja de ser “destacable” un acto protocolario que se consiguió recientemente para dignificar el trabajo policial: La Comisión Nacional de Seguridad (federal) acordó rendir un homenaje a los policías caídos en cumplimiento de su deber llevando a cabo el diseño e implementación del denominado “Módulo de Policías Caídos en el Cumplimiento de su Deber”. Con ello se pretende rendir un homenaje a todos los policías federales y estatales que han perdido la vida en cumplimiento de su deber; mujeres y hombres que todos los días dieron lo mejor de sí para cumplir con la mayor responsabilidad: proteger la seguridad de los mexicanos.
El “Módulo de Policías Caídos en el Cumplimiento de su Deber”, ha sido incorporado e interconectado al sistema de bases de datos de Plataforma México, que es el sistema más robusto de información con que cuenta el Estado mexicano en materia de seguridad pública.[12]
Para los autores de esta nueva base de datos, es imperante identificar las circunstancias específicas en que pierden la vida los policías a fin de generar protocolos de actuación y optimizar la capacitación que minimicen las probabilidades de que un elemento pierda la vida. Se plantea también que, en los casos desafortunados en que policías hayan perdido la vida, se coincida en la necesidad de proteger institucional y socialmente a sus familias a través del acceso a un conjunto de prestaciones institucionales y sociales que propicien la mejor protección social posible a las familias de los policías, tales como seguros de vida, becas para los hijos que se encuentren en el sistema educativo nacional, servicios médicos para la preservación de la salud y todo aquel programa gubernamental de apoyo social al que puedan tener acceso los familiares de estos policías.
La mejor forma de honrar la memoria de los policías federales y estatales caídos en cumplimiento de su deber, es refrendando el compromiso por México desde cada una de las instituciones de seguridad del país.
Confiemos en que así sea.
BIBLIOGRAFÍA
Estado y seguridad pública, México, coedición del Fondo de Cultura Económica y Secretaría de Seguridad Pública, 2006.
Manganelli, Raymond L.: Cómo hacer reingeniería, México, grupo editorial Norma, 1999.
Ramos García, José María: Inseguridad pública en México (una propuesta de gestión de política estratégica en gobiernos locales): México, coedición Porrúa- Universidad autónoma de Baja California, 2006.
HEMEROGRAFÍA
“Asesinan a un policía cada día en el país”, en Excélsior, 25 de junio de 2018.
“Homicidios en México se disparan en primer trimestre de 2018 con 7 mil 667 casos”, El Sol de México, 22 de abril de 2018.
“Instituciones de Seguridad Pública del país honran la memoria de policías caídos en cumplimiento de su deber”, Comisión Nacional de Seguridad Pública.
“Policías asesinados en Amozoc habrían denunciado anomalías dentro del Ayuntamiento”, El Sol de Puebla, 17 de junio de 2018.
Gómez, Ezequiel: “Carecen de indemnización el 90 % de los policías”, México, Cuarto poder, mayo 11 de 2018.
Hernández Aída: “500 feminicidios en México en lo que va del año”, México, Huffost, 7 de abril de 2018.
Maillard, Tatiana: “Puntea Guerrero en feminicidios; van mil 165 asesinadas en todo México: UNAM” 29 de junio de 2018.
Martínez, Beatriz: “Corrupción, policía y sociedad”, en revista El Cotidiano # 68, de la UAM, Azcapotzalco, marzo abril de 1995.
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS
[1] “Homicidios en México se disparan en primer trimestre de 2018 con 7 mil 667 casos”, El Sol de México , 22 de abril de 2018, véase en: https://bit.ly/2lzJUOZ
[2] Maillard, Tatiana: “Puntea Guerrero en feminicidios; van mil 165 asesinadas en todo México: UNAM” 29 de junio de 2018. Véase en: https://bit.ly/2yR9tVe
[3] Gómez, Ezequiel: “Carecen de indemnización el 90 % de los policías”, México, Cuarto poder, mayo 11 de 2018, véase en: https://bit.ly/2KlrP5h
[4] “Asesinan a un policía cada día en el país”, en Excélsior, 25 de junio de 2018, véase en: https://bit.ly/2MXzjcZ
[5] La lista de ejemplos puede resultar eterna. Un extraordinario estudio que recupera parte de esa historia de corrupción policial se encuentra en el trabajo de la socióloga Beatriz Martínez: “Corrupción, policía y sociedad”, en revista El Cotidiano # 68, de la UAM, Azcapotzalco, marzo abril de 1995.
[6] Véase en la publicación Estado y seguridad pública, México, coedición del Fondo de Cultura Económica y Secretaría de Seguridad Pública, 2006, p. 80.
[7] Formalmente, el autor mencionado define la Reingeniería como: la revisión fundamental y el rediseño radical de procesos de negocios para alcanzar mejoras espectaculares en medidas críticas y contemporáneas de rendimientos tales como costos, calidad, servicio y rapidez
[8] La reingeniería se plantea repensar y rehacer los procesos de una organización en función de dos argumentos centrales: El Argumento Pro Acción. Hammer define como la “cuña” y que consiste en la razón fundamental del porqué queremos o debemos cambiar. Si no tenemos una razón poderosa, no vamos a hacer el cambio. Es como cuando el doctor le dice al paciente que tiene que cambiar de régimen de vida o que se va a morir en un mes. Mientras más radical y contundente sea éste argumento “pro acción”, más convencidos estaremos de hacer el cambio. El Argumento Pro Visión. Hammer define como el “imán” y que consiste en la visión que nos atrae, es decir el objetivo o el ideal que estamos buscando con el cambio. Mientras más clara sea la visión de lo que buscamos más fácilmente nos encaminaremos hacia ello y lo lograremos. Esa visión, debe tener su factor de persuasión como ―algo indispensable― que permita alinear a todos los miembros de una organización hacia el mismo fin y el restablecimiento del “orden”. Véase en Manganelli, Raymond L.: Cómo hacer reingeniería, México, grupo editorial Norma, 1999.
[9] La gestión estratégica, se vincula con una recuperación y reactivación de la capacidad administrativa en términos de una nueva forma organizacional y un método gerencial que pone énfasis en la economía-eficacia-eficiencia-calidad, la creación de valor público (impactos sociales), la planeación y dirección estratégica, la administración de calidad, el rediseño de procesos y la gestión del conocimiento. Véase en Ramos García, José María: Inseguridad pública en México (una propuesta de gestión de política estratégica en gobiernos locales): México, coedición Porrúa- Universidad autónoma de Baja California, 2006.
[10] Las bases jurídicas del Nuevo Modelo Policial federal están consideradas en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, publicada el 02 de enero de 2009 que incluye un capítulo sobre la Carrera Policial y la Profesionalización, que es uno de los aspectos medulares del modelo.
[11] “Policías asesinados en Amozoc habrían denunciado anomalías dentro del Ayuntamiento”, El Sol de Puebla, 17 de junio de 2018, véase en: https://bit.ly/2tJyTOt
[12] Comisión Nacional de Seguridad Pública: “Instituciones de Seguridad Pública del país honran la memoria de policías caídos en cumplimiento de su deber”, véase en: https://bit.ly/2Ix7Xa8