Por: Graciela Cruz Hernández
Refugio Esteves Reyes, mejor conocida como “Madre Cuca” nombrada así por la forma maternal llena de atenciones y cuidados con que trató a enfermos y heridos, pocos datos tenemos de antes de que empezara su labor como enfermera.
Solo sabemos que su nacimiento se registra en 1881, quedó viuda y con hijos a los 25 años, se vio en la necesidad de salir adelante y se trasladó a la ciudad de Guadalajara, encontrando trabajo como costurera en un hospital. Al poco tiempo es trasladada como auxiliar al departamento de cirugía y por el interés que muestra hacia los enfermos, el General Urriza, le da el grado de Sargento Primero y la designa enfermera en el hospital que atendía a los primeros heridos de la revolución, comenzando así su carrera de enfermera. El no tener los conocimientos que requería no la detuvo, pues a veces el ver con atención puede darnos una experiencia empírica que se perfecciona poco a poco con la práctica, y vaya que practicaría pues la situación urgente lo requería.
Refugio Esteves, se consagró al cuidado de los heridos en las diversas contiendas, trabajando arduamente, no importando si era de noche o de día. Refugio en 1902 formó un equipo de enfermeras llamado los “Ángeles”, mujeres valientes, heroínas anónimas, que formaron cuadrillas de primeros auxilios para atender a los heridos en el campo de batalla. El equipo de “Ángeles” se extendió a varias ciudades del país. Estas mujeres fueron llamadas para dirigir escuelas de enfermería que empezaron a instalarse como la de Cardiología y el Instituto Marillac; en 1911 fue fundada la del Hospital Inglés y en 1914 la escuela de Monterrey.
Su humanitaria labor la llevó a prestar sus servicios como enfermera en los hospitales de los estados de Querétaro y Guanajuato, así como en el hospital de Guadalajara. En 1910 un descarrilamiento causado por los revolucionarios llena el hospital de Guadalajara con cientos de heridos, a los cuales atiende sin descanso.
En 1914, las fuerzas carrancistas la “sacaron” del hospital donde trabajaba, la llevaron al campo de batalla para que atendiera a los heridos. A riesgo de su vida por causa de las balas, recogía con gran valor a los hombres que caían en la línea de fuego.
Por el año de 1915 en Chihuahua tenía a su cargo un carro-hospital de cirugía y a Refugio se le bautizó con el nombre de “Madre Cuca” cuando en ese carro se encontraba un oficial con una gran herida en la boca, que le imposibilitaba la masticación y deglución, se le había prescrito alimentación líquida, pero por la carencia de recursos no fue posible administrársela; por la urgente necesidad la Madre Cuca desarrolló una forma de alimentarle basada en papillas casi líquidas impidiendo así que el soldado muriera de inanición.
Fue en esa situación que el 4 de junio de 1915, estando en el campo la Madre Cuca, recibió un balazo en el lado izquierdo del cuello que le provocó ligera conmoción cerebral. Atendida de urgencia, se vio que no ameritaba atención inmediata. Tiempo después, presentó trastornos de compresión vásculonerviosa que ameritaban dos operaciones para extraer la bala. No fue posible conseguir el propósito, por lo cual ese proyectil la acompañó durante toda su vida, la bala incrustada en la región carotidea, a la altura de la cuarta vértebra cervical, le impedía un poco mirar por encima de su hombro, pero esto no la hizo menguar en su labor humanitaria.
Tras año y medio en el campo de batalla en los que recorrió más de 10 mil kilómetros en tren atendiendo a los combatientes, se le encargó trasladarse a la Ciudad de México con el fin de organizar los servicios de enfermería del Hospital Militar, Madre Cuca junto con el equipo de enfermeras mexicanas, iniciaron su retorno a la capital, se detuvieron en Querétaro, y se dirigieron al Hospital Militar, para instalar debidamente a los enfermos; en su corta instancia, organizaron los ambulantes, adiestrándolos en enfermería, en compañía de un grupo de soldaderas que actuaban como enfermeras encargadas de la proveeduría. Después, llegaron a la Ciudad de México, incorporándose al viejo Hospital Militar, situado en las calles de Dr. Vértiz y Dr. Lavista, para proseguir sus labores de manera sobresaliente.
Refugio Esteves que no contaba con conocimientos académicos de enfermería, y con sólo observación, práctica, y sentido común, tras el triunfo de la Revolución Mexicana, a los 57 años de edad, ingresó al curso de enfermeras que impartía el médico cirujano Donato Moreno Muro, logró las calificaciones más sobresalientes y obtuvo el grado de enfermera a la edad de 59 años, inscribió su título en el registro público de la Dirección General de Profesiones en 1940. Posteriormente, fue nombrada teniente coronel y reconocida como veterana de la Revolución Mexicana.
El H. Congreso de la Unión reconociendo su dedicación, le otorgó la Medalla de Honor, así como una pensión vitalicia la cual le sostuvo hasta su muerte ocurrida el 17 de abril de 1956, algunas biografías dicen 1955.
Refugio Esteves Reyes, la valiente mujer militar, que se distinguió por los valores entre los que resaltan el altruismo, resistencia y patriotismo entre muchas otras virtudes, dedicada con gran espíritu de servicio a los enfermos, esto desde antes de que iniciara la Revolución Mexicana, ha pasado orgullosa y merecidamente a la historia de México como la primera enfermera militar.
A manera de reconocimiento el 20 de julio de 2016 en el Diario Oficial de la Federación se publicó el decreto por el que se establecen los criterios para el otorgamiento de condecoración y premios en materia de salud pública, adicionando la fracción XI al artículo 2, el cual instaura que el premio «Enfermera Refugio Esteves Reyes», se otorgue a la enfermera o enfermero que haya prestado servicios profesionales destacados de enfermería en zonas o circunstancias de conflicto o de desastre. De esa manera, Refugio Esteves Reyes seguirá viva en la memoria de los profesionales de enfermería como la primera enfermera militar en México.