Por: Graciela Cruz Hernández
Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, nació el 7 de febrero de 1864 en la Hda. de Santa Bárbara, en el municipio. de Nazas del Edo. de Durango. Hijo del Lic. Vicente Castro y de María de Jesús Herrera.
Desde los seis años estudió música con el maestro Pedro H. Ceniceros en la ciudad de Durango, tenía un talento increíble, al grado de componer varias canciones que fueron populares en Durango a la temprana edad de 8 años.
La actividad política de su padre al ser elegido diputado federal los llevó en 1879 a mudarse a la Ciudad de México, inscribieron a Ricardo en el Conservatorio Nacional de Música, donde estudió piano con Juan Salvatierra y Julio Ituarte. Se graduó en 1883 después de las clases de composición con Melesio Navarro.
Su disposición musical era tal que, en el primer año de ingreso al conservatorio, aprobó los tres primeros grados de piano y el primero de armonía, y en el siguiente de 1880, aprobó el 4 y 5 de piano y el 2 de armonía. En 1881 aprobó el primer curso de perfeccionamiento de piano con el maestro Julio Ituarte y también el 3 de armonía. En octubre de 1883 terminó sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música.
Ricardo Castro seguía desarrollando su don de compositor y fue así que en mayo de 1883 fueron escogidas algunas obras suyas como aportación artística que México enviaría a Venezuela, en ocasión de la celebración del 1er centenario de Simón Bolívar, éstas fueron las siguientes: Su transcripción para piano, de Norma, de Bellini; Aires Nacionales Mexicanos, Capricho para piano y Enriqueta, mazurca para piano.
En agosto de 1883 terminó su Primera Sinfonía: La “Sinfonía Nº 1 en do menor” (Sagrada). La dedicó al entonces director del Conservatorio Nacional de Música, Alfredo Bablot. Sinfonía de armonización clásica, al estilo del principio de la época romántica europea escrita por un compositor del Nuevo Mundo, iniciando el cultivo de la forma sinfónica en el continente latinoamericano.
En 1884 fue enviado por el gobierno de México a la Exposición Algodonera Internacional de Nuevo Orleáns, quedándose por allá cuando menos dos años durante los cuales realiza giras por varias ciudades de los Estados Unidos donde es llamado “el niño pianista” viaje que aprovechó realizando una gira, y se presentó en las siguientes ciudades norteamericanas: Filadelfia, Washington y Nueva York.
A su regreso a México se dedicó a la enseñanza del piano, superándose día a día y dando conciertos en varias partes del interior de la República.
Para entonces el maestro Ricardo Castro gozaba de una grande y merecida fama como pianista. Compuso la “Sinfonía Nº 2 en re menor” en 1893.
El «Concierto para violoncelo y orquesta en do menor» compuesto en 1895 es una notable obra del estilo romántico conteniendo atractivas melodías. La estrenó en la ciudad belga de Amberes.
En 1895, fundó la Sociedad Filarmónica Mexicana, con la que pretendió propagar la música de cámara. Concertista de piano, ganó varios premios y escribió obras que serían muy conocidas, como el «Vals Capricho» Op.1
Su ópera «Atzimba» obra escrita sobre un libreto histórico nacionalista, narrando unos hechos ocurridos durante la conquista por los españoles de Michoacán en 1522, se estrenó el 20 de enero de 1900 con notable éxito, especialmente la parte sinfónica que constituye el Intermezzo del segundo acto. La partitura del segundo acto se perdió, siendo finalmente reconstruida y estrenada el 7 de febrero de 2014 en el Teatro Castro de la ciudad de Durango.
El 17 de febrero de 1900, fue nombrado catedrático de composición en el Conservatorio Nacional de Música, en sustitución del maestro Gustavo E. Campa, quien había sido comisionado para asistir a la Exposición de París.
En julio de 1901 fue nombrado profesor de principios generales de pedagogía y sus aplicaciones a la música, en el Conservatorio Nacional, en sustitución del maestro Juan N. Cordero quien renunció; pero el maestro Ricardo Castro también presentó su renuncia el 7 de abril de 1902, para dedicarse a preparar unos conciertos, quedando con el cargo su joven alumno Rafael J. Tello.
Los conciertos por los que tuvo que renunciar a su cátedra en el conservatorio, fueron tres, los cuales le había sido solicitados desde junio de 1901 por el director del diario El Imparcial, quien le ofreció pagarle durante un año lo que percibía mensualmente dando clases, si se dedicaba en ese año a la preparación de los citados conciertos.
En 1902, en el teatro del Renacimiento, llamado después Teatro Virginia Fábregas, ofreció los tres conciertos. Fue en el tercer concierto de esa serie, en el que estrenó con éxito clamoroso su famosísimo Vals Capricho, para piano y orquesta. En el intermedio de ese concierto el poeta mexicano Amado Nervo, leyó una carta enviada por el Subsecretario de Instrucción Pública, Justo Sierra, anunciando que el señor presidente de la República Porfirio Díaz, deseaba que el maestro Ricardo Castro fuera a Europa a continuar sus estudios y a adquirir mayor caudal de conocimientos con objeto de impartirlos posteriormente, en nuestra máxima casa de estudios musicales.
La beca del Gobierno que abarcó de 1903 a 1906 lo llevó a recorres varias ciudades europeas, donde a la vez que se perfeccionaba, impartió cursos, conferencias y conciertos en diversos conservatorios, como los de París, Londres, Berlín, Roma, Milán, Bruselas y Leipzig.
El «Concierto para piano y orquesta» Op.22 compuesto en 1904 está considerado como el primero escrito por un compositor de América Latina. Su estilo está influenciado por la música europea de la época de finales del romanticismo.
Regresó a México el 8 de octubre de 1906, y el 1 de enero del siguiente año lo nombraron director interino del Conservatorio Nacional de Música.
Desgraciadamente no alcanzó a aplicar las enseñanzas y experiencias que trajo de Europa, pues murió víctima de una pulmonía el 28 de noviembre de 1907.
Por su fallecimiento, la Secretaría de Instrucción Pública ordenó tres días de luto en todos los establecimientos de enseñanza superior. Los funerales fueron presididos por Justo Sierra.
El maestro Ricardo Castro pianista compositor y sinfonista del siglo XIX destacó tanto nacional como internacionalmente, compuso más de 100 obras, entre las cuales se encuentran nocturnos, mazurcas, polonesas, marchas, etc. Un Orgullo de Nuestra Identidad Nacional Mexicana.
Fuentes:
https://www.historiadelasinfonia.es/naciones/la-sinfonia-en-mexico/castro-herrera/
https://grandesmusicosmexicanos.blogspot.mx/2017/09/ricardo-castro-herrera.html