POR: GONZALO DE SANDOVAL Y CÁCERES
¿Sabía usted que Estados Unidos forzó el ataque japonés a Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial a través de una embestida de falsa bandera en el que intervino el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, a fin de justificar la entrada norteamericana en el conflicto armado?
El 7 de diciembre de 1941 se cumplen 79 años del ataque japonés a Pearl Harbor, hecho que marcó la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. En vista de ello, es necesario analizar este suceso a la luz de la verdad histórica y no de intereses políticos que marcaron la versión de un evento que influyó decisivamente en el desarrollo y desenlace de esta conflagración que involucró al mundo de 1939 a 1945.
El pueblo americano se había mostrado reacio a que su país interviniera nuevamente en un conflicto armado, después de su participación en la Primera Guerra Mundial durante los años de 1914 a 1918.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial la mayoría de la opinión pública norteamericana estaba del lado de la neutralidad: cerca del 60% de la población consideraba que los Estados Unidos no debía participar. El Comité “America First” aglutinaba en contra de la intervención a prominentes personajes, buena parte del partido Republicano y a figuras como Henry Ford, el aviador Charles Lindbergh, y la familia Dupont, además de organizaciones como el Frente Cristiano y el German American Bund, con miles de miembros.
La presión que estos sectores ejercían sobre Roosevelt fue muy importante para detener, en los dos primeros años del conflicto armado, la participación de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, Roosevelt no podía seguir prolongando por más tiempo la participación estadounidense en el conflicto, dado que la Unión Soviética se encontraba en peligro de ser derrotada por Hitler. Era necesario rescatarla y apoyarla en su guerra contra Alemania y, al mismo tiempo, proporcionar toda la ayuda posible a Inglaterra, a fin de que prosiguiera su lucha contra el régimen nacionalsocialista alemán.
La alianza entre la Unión Soviética, Inglaterra y los Estados Unidos garantizaría el triunfo de los aliados sobre una Alemania que se constituía en un peligro para el sistema financiero internacional, al haberse desligado de los préstamos de la Banca Mundial y cimentado su intercambio comercial en el “trueque”, dos estrategias económicas que lograron consolidar en el país germano un “sistema autárquico” que redujo al mínimo su dependencia de los recursos financieros externos (préstamos) y de la importación de mercancías. Alemania constituía un mal ejemplo para los demás países que se encontraban bajo el dominio de la banca usurera mundial, como sucede actualmente, y dependientes de la importación de bienes y servicios, lo cual trae consigo la pérdida de soberanía y la sangría de recursos provocada por el pago de intereses de la deuda externa y la compra de productos en el extranjero. Era necesario acabar con Alemania.
Cabe preguntarse: ¿Cómo logró Roosevelt forzar a Japón para que lo atacara y con ello permitiera la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial?
De entrada, es importante señalar que el ataque a Pearl Harbor no es una operación de falsa bandera en el sentido de que los Estados Unidos hubieran atacado sus propios barcos y aviones, sino porque Roosevelt permitió que el ataque sucediera y la evidencia lo ha demostrado, ya que es inobjetable el hecho de haber dejado intencionalmente, como blancos fáciles sin la protección del aire, la mayor parte de la flota de aviones y barcos de la flota estadounidense asentada en el Pacífico, un blanco que fue presa fácil para los torpedos de los aviones nipones que lograron destruir cerca de 20 buques de guerra norteamericanos, entre ellos 8 acorazados y más de 300 aviones.
Estados Unidos forzó a Japón al ataque a través de las siguientes acciones, que despertaron el resentimiento y el orgullo nipón en contra de los norteamericanos y que sirvieron como cebo para provocar su agresión.
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Embargando completamente todo el comercio de Japón con los Estados Unidos, aunado a un embargo similar impuesto por el Imperio Británico.
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Manteniendo la principal fuerza de la flota estadounidense en el Pacífico a las proximidades de las islas de Hawái.
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Convenciendo a Holanda para que le negara a Japón la venta de petróleo.
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Proporcionando ayuda necesaria al gobierno chino de Chiang Kai-Shek.
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Estableciendo un acuerdo con Gran Bretaña para el uso de bases británicas en el Pacífico, en particular en Singapur.
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Haciendo un acuerdo con Holanda para el uso de sus instalaciones y la adquisición de suministros en las Indias Orientales Holandesas.
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Enviando dos divisiones de submarinos al Oriente.
Además de estas acciones de índole económico y militar, es importante mencionar que parte de la conspiración que se utilizó como estrategia para forzar el ataque japonés fue el ocultamiento de información que hubiera permitido la preparación y defensa norteamericana contra el ataque.
En este sentido, cabe señalar que a los comandantes de Pearl Harbor, almirante Kimmel (Comandante en Jefe de la Flota de los Estados Unidos) y teniente general Short (jefe de las defensas del Ejército de los Estados Unidos en Pearl Harbor) se les negó información crítica que les hubiera permitido preparar la defensa en contra de los japoneses.
Al respecto, es pertinente señalar que Robert Stinnett, quien sirvió en la Marina de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial, escribió el libro titulado “Day of deceit” (El día del engaño), que incluye documentos desclasificados que se ocultaron al público estadounidense durante más de 6 décadas, en donde menciona que criptógrafos estadounidenses habían descifrado el código diplomático de Japón (conocido como MAGIC), así como algunos de sus códigos militares, lo que significaba que podían entender los mensajes que interceptaban los norteamericanos en el Pacífico. La importante información que recibían a través de estas intercepciones les fueron ocultados intencionalmente al almirante Kimmel y al general Short.
De esta manera estuvieron siendo captados todos los mensajes que Tokio enviaba a sus diplomáticos o a sus espías, días antes del ataque y el 7 de diciembre día del bombardeo a Pearl Harbor.
Stinnet afirma que aproximadamente dos semanas antes de que ocurriera el ataque, el 23 de noviembre 1941, el almirante Kimmel ordenó (sin la aprobación del gobierno norteamericano) la búsqueda de las fuerzas niponas al norte de Hawái, trasladando la flota al Pacífico Norte. Sin embargo, menciona que, una vez que funcionarios de Roosevelt se enteraron de esta acción, ordenaron inmediatamente que los barcos yanquis regresaran a Pearl Harbor.
Otra prueba, señala Stinnet, aconteció el día 25 de noviembre, en el que, desde la sede de la Marina en Washington, ordenaron al almirante Kimmel dirigir toda la flota transpacífica de los Estados Unidos hacia el sur, dejando el Pacífico norte convenientemente abierto, a fin de permitir a los japoneses atacar sin barcos que se interpusieran en su camino.
Por otra parte, el almirante norteamericano Robert A. Theobald menciona en su libro “El Último Secreto de Pearl Harbor” que la flota norteamericana asentada en el Pacífico fue deliberadamente debilitada y anclada en Pearl Harbor, a efecto de servir de anzuelo y atraer un ataque sorpresa por parte de Japón.
Además nos dice que “Washington sabía que la aviación atacaría Pearl Harbor a las 8 a.m. Lo supo con suficiente certeza al menos cuatro horas antes… Fue una hora antes cuando se envió un mensaje de alarma a Hawái… pero por vía ordinaria de radiotelégrafo, teniendo a mano el teléfono transpacífico. Dicho mensaje llegó al general Short seis horas y al almirante Kimmel ocho horas ¡después del ataque!”. Agrega que Roosevelt buscó atacar “deliberadamente por constarle que sólo de ese modo el pueblo norteamericano apoyaría de todo corazón la guerra contra Alemania”.
El costo en pérdidas humanas de la traición de Roosevelt al pueblo norteamericano fue de 103 civiles y 3478 militares estadounidenses.
Al igual que con el autoataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, miles de estadounidenses murieron en Pearl Harbor para que la banca financiera mundial defendiera y extendiera sus privilegios. Roosevelt y la camarilla de financieros norteamericanos y europeos (Rockefeller, J.P. Morgan, Rothschild, entre otros), estaban preocupados porque Alemania había desafiado a la Banca Internacional, por la fortaleza industrial y militar del país germano y la enorme riqueza y poder que hubiera adquirido si derrotaba al comunismo enquistado en la Unión Soviética y se anexaba su enorme territorio, el más grande del mundo en esa época. Necesitaban a toda costa una forma de entrar en la guerra contra Alemania y sólo una operación de Falsa Bandera en Pearl Harbor les permitió ganarse a su favor la reacia opinión pública norteamericana y con ello utilizar al pueblo americano para luchar militarmente y defender su trono de oro a costa de su dolor y muerte.