Por: LUIS REED TORRES
Cuando el 8 de enero de 2018 –hoy se cumplen dos años exactos– falleció don Salvador Borrego Escalante, el revisionismo histórico –tanto en asuntos concernientes a México como a sucesos mundiales contemporáneos– registró una sensible baja muy difícil de ser siquiera medianamente cubierta.
Periodista iniciado en Durango en 1934, Borrego se mantuvo activo prácticamente hasta el momento mismo de su desaparición física, es decir más de ocho décadas de investigación y trabajo incansables, según se desprende de su labor en la casa Excélsior, en los treinta y siete periódicos que conformaban la antigua Cadena García Valseca y por supuesto en la publicación de aproximadamente sesenta libros de su autoría, en los cuales abordó con brillantez temas históricos, económicos, políticos, sociales, religiosos y hasta médicos.
Dotado de un poder de síntesis admirable y dueño de una prosa ligera y versátil que le permitía profundizar y a la vez explicar con nitidez toda clase de tópicos, don Salvador se granjeó miles y miles de lectores tanto en México como en el extranjero, y pronto se convirtió en el estandarte y ejemplo a seguir de muchas generaciones. Esto a pesar de que, por la naturaleza y orientación de sus obras, nunca gozó de propaganda masiva alguna que pregonara sus libros.
Por otra parte, y en lo que se refiere a la historia mexicana, cierto es que antes de Borrego desfilaron celebrados escritores e historiadores que no sólo no se plegaron a la versión oficial de los acontecimientos que a la postre nos conformaron como nación, sino que de hecho la combatieron denodadamente a través de mil y un testimonios, si bien en aquellos tiempos no se le denominaba revisionismo histórico, aunque ciertamente eso era. Me refiero, claro, a personajes como Lucas Alamán, Ignacio Alvarez, Niceto de Zamacois, Francisco de Paula de Arrangoiz y José María Roa Bárcena, por mencionar a algunos del siglo XIX; y Francisco Bulnes, Alfonso Junco, José Fuentes Mares, Alfonso Trueba, Celerino Salmerón, Luis Islas García, Carlos Pereyra y José Vasconcelos, por citar a gente del siglo XX. Sin embargo, ninguno de ellos cuantificó ni con mucho el número de ejemplares que de sus títulos hizo llegar don Salvador a sus lectores.
De entre las decenas de libros de la autoría de don Salvador, destacan tres que constituyen la columna vertebral de su obra colectiva, sin perjuicio de que los restantes revistan a su vez extraordinaria importancia: Derrota Mundial –cuya segunda edición, en 1955, fue prologada por José Vasconcelos, que lo calificó como «una de las obras más importantes que se hayan publicado en América» e indicó que su difusión «es del más alto interés patriótico en todos los pueblos de habla española»; América Peligra, una visión panorámica del devenir histórico de México, e Infiltración Mundial, una exhaustiva investigación sobre las maniobras realizadas desde las tinieblas contra Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante cincuenta y cinco años, don Salvador Borrego y quien esto escribe cultivamos una amistad íntima, nacida desde los lejanos días que el afamado autor fundó y dirigió el periódico El Sol de México. Hoy, al cumplirse dos años de su ausencia, le recuerdo con invariable cariño y perenne admiración…