EDITORIAL
La imposición –que no elección– de Rosario Piedra Ibarra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) debe interpretarse llanamente como lo que significa: la pretensión de Andrés Manuel López Obrador ya sea de nulificar los organismos autónomos que de alguna manera pueden representarle oposición a los designios que tenga en mente, o bien de designar como cabezas de los mismos a personajes total y absolutamente identificados con él. Si desde luego encarna el Poder Ejecutivo, controla como lo hace el Legislativo y dispone ya prácticamente del Judicial, es claro que ahora, con el control de la CNDH y posiblemente con el del Instituto Nacional Electoral (INE), si es que avanza el propósito de remover a Lorenzo Córdova de la presidencia, resulta de una claridad meridiana la intención de consolidar un régimen unipersonal que se halla no a la vuelta de la esquina, como piensan muchos, sino ya en funciones merced a las maniobras señaladas y a otras más.
Por lo demás, la presencia de Piedra Ibarra marca un antes y un después en la historia de la CNDH: siempre un reconocido jurista la había presidido –el primero fue el desaparecido doctor Jorge Carpizo, ex rector de la UNAM– , y jamás la encabezó alguien tan abiertamente cercano al Presidente de la República, lo que desde luego cuestiona de suyo su autonomía. Item más: es la primera vez que la encabeza una persona tan adversa al actuar de las Fuerzas Armadas, que en no pocas ocasiones han recibido severos bofetones desde el más alto sitial de la República con el consiguiente malestar en determinados círculos, incluidos, claro, los militares.
Psicóloga de formación y mayormente conocida como «luchadora social», habrá entonces que convenir en que las tres credenciales fundamentales de la nueva dirigente de la CNDH son las siguientes: ser hija de Rosario Ibarra de Piedra, también «luchadora social»; ser hermana de Jesús Piedra Ibarra, militante de la Liga Comunista 23 de septiembre e implicado en el intento de secuestro de don Eugenio Garza Sada que costó la vida del reconocido empresario, y ser amiga de Andrés Manuel López Obrador.
Ante semejantes méritos, es comprensible que ningún otro aspirante a presidir la CNDH pudiera igualarla…