Por: Graciela Cruz Hernández
Sebastián Márquez Robledo, nació en el poblado de San Miguel el Alto, Jalisco, en 1889. Hijo de Matías Márquez y de Petra Robledo. Sebastián sufrió a muy corta edad la muerte de su padre y a sus cinco años de edad la de su madre, quedó en custodia de sus abuelos, quienes se trasladan con él a Guadalajara. Ahí sus abuelos se relacionaron con la recién viuda doña Clementina Llano (o del Llano), quien adoptó legalmente al niño. Clementina se había casado con el español Martín Gavica originario de Vizcaya hijo de ricos terratenientes con posesiones en Jalisco. Martín era cantante con buena preparación musical que incursionó en la composición, fue mecenas de varios músicos, se casó con la soprano Mercedes Adalid y al enviudar contrajo segundas nupcias hacia 1880 con Clementina, proveniente también de una acomodada familia de hacendados españoles. Tuvieron un hijo al que nombraron Simón que murió siendo niño, destinaron entonces su cuantiosa fortuna a una gran obra benéfica. Martín Gavica murió al poco tiempo y Clementina realizó las gestiones y los pagos para la construcción del Hospital San Martín, edificio de una manzana el cual contaría con una escuela e iglesia anexas.
Sebastián, ingresó a la escuela de San Simón, perteneciente al conjunto de San Martín cuando éste inició sus actividades. Sebastián, además de su instrucción ordinaria fue alumno de Fray Juan de la Cruz Sansegundo, con quien estudió canto, piano, violín, viola, armonía, contrapunto y composición. Este fraile había sido enviado desde España junto con otros siete, para la atención de la Institución de beneficencia de San Martín.
Sebastián quiso ganarse por sí mismo su propio dinero y empezó a trabajar a los 15 años como dependiente en una tienda de abarrotes. Tras 12 años de trabajo y con lo allí ahorrado puso un pequeño taller de medias que después se convertiría en la Fábrica de Tejidos de Punto “La Perfección”.
Sebastián Márquez, completó su formación musical estudiando violín con el maestro Félix Peredo. En 1920 se casó con Carolina Arañó, con quien tuvo tres hijos. Por esas fechas se estrenó en el Teatro Degollado su zarzuela Viva mi barrio. Sus composiciones se escuchaban en veladas musicales y ahí participaba como tenor o pianista y sus composiciones también se oían en las serenatas de la Banda del Estado.
En 1929, su romanza “Canción Otoñal” fue presentada en la Feria Iberoamericana de Sevilla, una obra inspirada sobre un poema del español Francisco Villaespesa, quien era conocido en Guadalajara, a raíz de una visita que hizo a la ciudad en 1918 para dictar un par de conferencias en el Teatro Degollado. “Canción Otoñal” fue premiada en la exposición con medalla de oro.
Márquez participó en la reorganización de la entonces Orquesta Sinfónica de Guadalajara (OSG) junto a personalidades como Ramón Serratos, José Rolón y Enrique Díaz de León. También, estableció una editorial para la publicación de sus obras y continuó componiendo profusamente, tanto así que en 1933, con motivo de la exposición industrial que se celebraba en Guadalajara, se realizó un concierto de la OSG donde se presentaron exclusivamente obras suyas, encargándose el mismo Márquez de la dirección orquestal.
El concierto lo patrocinó su fábrica y se realizó en la Escuela Normal para Señoritas (actual Palacio de Justicia). El programa se compuso por algunas piezas extraídas de las zarzuelas Viva mi barrio y A la orilla del torrente, los temas Golondrina y Canción Otoñal para voz solista y orquesta, además de un quinteto para cuerdas, una serenata para violín, dos valses para orquesta, una marcha, un intermezzo y un preludio dedicado a Ángela Peralta.
La crítica destacó la elegancia, expresividad y cualidades melódicas de la música de Márquez y la buena respuesta del público. Fue así como el compositor terminó por darse a conocer ante el público local. Los buenos resultados obtenidos hasta entonces lo estimularon a continuar con su labor, sin desatender nunca sus obligaciones empresariales de su negocio textil.
Tras el éxito de ese concierto, Márquez siguió promoviendo este tipo de actividades, sus presentaciones eran realizadas a diferentes instancias y conformaba sus programas sobre todo con obras de su autoría; en sus recitales empleaba formaciones orquestales que variaban en su extensión según el caso y llegó a conseguir que varios fueran transmitidos por la radio local. Además, hacia 1940 había conformado un coro de cuya preparación y dirección él se encargaba. Así, además de enriquecer el panorama musical local, conseguía difundir su música eficazmente.
El 20 de marzo de 1943, murió su esposa, Carolina. Márquez tuvo la idea de realizar una solemne ceremonia fúnebre y gracias a la amistad que tenía con el compositor Alfredo Carrasco pudo conocer la misa de réquiem que éste había compuesto. Obra de gran calidad para coro y orquesta, que no había podido ser estrenada en la capital del país y que era idónea para ser ejecutada en las honras fúnebres que Márquez preparaba. Tras realizar las gestiones necesarias, el 21 de julio del mismo año, en el Sagrario Metropolitano, el maestro Carrasco dirigió su misa en un solemne acto.
En 1944 en el Teatro Degollado, se organizó un concierto con parte la obra de Márquez y de otros tapatíos, además de composiciones de Beethoven, Wagner y Humperdink. Lo recaudado se donó a un asilo de ancianos. Así lo hizo Márquez en numerosas ocasiones, beneficiando a lo largo de los años a diferentes instituciones de asistencia e incluso en 1951 llegó a presentar la ópera Cavalleria Rusticana de Mascagni, interpretada por sus discípulos de canto, a quienes ensenaba gratuitamente. Frecuentes fueron también las presentaciones que con motivo de la Semana Santa que realizaba de su oratorio Las siete palabras (estrenado en 1945), transmitidas en directo por la radio y patrocinadas por su fábrica.
En 1947, gracias al Instituto de Cultura Hispánica, presentó en España su zarzuela “A la orilla del torrente”. Ese año contrajo segundas nupcias con la soprano Blanca López Portillo, con quien tuvo una hija. Márquez siguió haciendo crecer su fábrica “La perfección” y empresarialmente ocupó diversos cargos directivos en la Unión Nacional de Industria y Comercio, participando en actividades benéficas y fue socio distinguido del Club de Leones.
En la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara, impartió la clase de canto. Los últimos conciertos en los que participó como director fueron los efectuados en 1967 en el auditorio de la Casa de la Cultura Jalisciense, en los que dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (OSUAG) y a su propio coro, y en 1969 con las mismas agrupaciones en el Teatro Degollado.
Sebastián Márquez murió en Guadalajara el 27 de diciembre de 1973.
El catálogo de sus obras es amplio. Dentro de las obras líricas están las zarzuelas Estefanía, Los millones de América, Viva mi barrio y A la orilla del torrente; su producción coral se centra casi por completo en himnos a algunas universidades e instituciones locales.
De su música sacra, destacan Misa solemne, para coros y orquesta; el oratorio Las siete palabras; O salutaris, para cuatro voces y órgano; la Colección de himnos a la Virgen María, para coro y teclado; Ave María, para voz solista, orquesta y piano; la elegía Tepeyac, para orquesta de cuerdas y órgano; y los Cinco villancicos al Niño Jesús.
En su música orquestal se incluyen, entre otras piezas, el poema sinfónico Vida de un artista, Evocación (preludio coral en honor a Ángela Peralta), Marcha triunfal, además de versiones orquestales de valses, romanzas, intermezzos y otras obras escritas para ser tocadas o acompañadas por el piano.
La música de salón ocupa la mayor parte del catálogo de Márquez, sobresaliendo sus romanzas para voz y piano, como por ejemplo Golondrina, Canción otoñal, Guadalajara, Blanquita, Tus ojos y Tierra tapatía.
También una colección de 26 valses para piano, como Romántico y otras diversas composiciones.
Desafortunadamente su música no ha tenido la difusión necesaria para que sea más conocida, pero eso no resta méritos a Sebastián Márquez, un Orgullo de Nuestra Identidad Nacional Mexicana.
Fuentes:
https://www.informador.mx/Suplementos/Sebastian-Marquez-la-forja-de-un-destino-20110108-0198.html