Por: Jerry Gortman
“México está en llamas, sus caminos anegados de sangre y fosas, sus instituciones cooptadas por redes de complicidad política-económica con el crimen. . . cientos de miles de mujeres violentadas y asesinadas. . . tierras indígenas devastadas y en un estado de indefensión y miedo de sus poblaciones”.
Extracto del mensaje inaugural pronunciado el 23 de enero por el poeta Javier Sicilia al inicio de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz.
El 26 de abril del 2011 el poeta Javier Sicilia dio inicio al “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”, como una respuesta de la sociedad civil a la violencia que se vivió en México como consecuencia de la guerra librada por el gobierno en contra del narcotráfico. Dicho movimiento surgió a raíz del asesinato de su hijo Juan Francisco por personas vinculadas a la delincuencia organizada, llamando a todos los mexicanos a manifestarse contra la violencia, tanto la que producen los grupos criminales como contra la que ejercen los cuerpos de seguridad del Estado mexicano.
Ese día convocó a una marcha nacional para exigir que terminara la violencia que se vive en el país. Posteriormente, el 5 de mayo de 2011, Sicilia junto con un grupo de simpatizantes, inició una caminata hacia la Ciudad de México, partiendo de la fuente de la Paloma de la Paz en Cuernavaca. Sicilia enfatizó que la manifestación no perseguía derribar gobiernos, sino que tenía como fin demandar que se hiciera justicia a las personas que han sido víctimas de asesinatos, secuestros y desapariciones forzadas, además de un cambio en la estrategia que se venía siguiendo en contra del narco y hacer que se cumpliera la justicia para todos aquellos que han sido víctimas de la violencia.
Casi nueve años después, Javier Sicilia encabeza la Caravana por la Verdad, la Justicia y la Paz, ahora acompañado por Adrián LeBarón, quien sufrió el asesinato de su hija y cuatro de sus nietos a manos de la delincuencia organizada en un paraje de La Mora, estado de Sonora.
Sicilia y LeBarón vuelven a tomar la bandera en contra de la violencia, el terror, la inseguridad y el crimen organizado que ejercen los narcotraficantes y los diversos grupos criminales que azotan el país, poco después de que las cifras oficiales confirmaran lo que ya se sabía: 2019 fue el año más violento en la historia reciente de México, con un saldo de 35.588 víctimas contabilizadas –casi 100 al día– alcanzando una tasa de 27 asesinatos por cada 100 mil habitantes, según datos dados a conocer por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). A esta cifra se suman, en palabras de Sicilia, la desaparición de cientos o miles más que, según la reactualización de la Comisión Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, supera ya la cifra de 61 mil, además de la cifra de víctimas oficiales de los dos gobiernos anteriores que dan alrededor de 300 mil asesinados.
En este contexto, el jueves 23 de enero pasado comenzó la “Caravana por la Verdad, la Justicia y la Paz”.
Al inicio de la marcha Sicilia dijo que volvían a encarnar la oposición cívica ante una sangría que no cesa. “Somos la última bocanada de oxígeno para intentar de nuevo detener el horror y evitar que el país se hunda en una barbarie sin retorno”, dijo en la glorieta por la Paz de Cuernavaca, capital del Estado de Morelos.
La caminata recorrió a pie los 70 kilómetros que separan Cuernavaca de la capital del país y arribó a la Ciudad de México el viernes 23 con el fin de plantarse el domingo 26 ante el Palacio Nacional y exponer las demandas de las víctimas ante el presidente de la República.
Sicilia dirigió una serie de mansajes a López Obrador, demandándole una política firme en materia de seguridad, haciendo una crítica al respecto: “La prueba más clara de espanto de esa política de abrazos son los 34.582 asesinatos cometidos durante 2019”.
Sin embargo, ante la petición de los integrantes de la Caminata por la Verdad, la Justicia y la Paz para ser recibidos por el titular del Poder Ejecutivo, éste declaro: “no tengo tiempo ni oportunidad de atenderlos”, «no quiero que se vaya a faltar el respeto a la investidura presidencial porque tenemos adversarios».
Asimismo, les dijo: “Pueden entrar a Palacio Nacional, van a ser recibidos, pero no los voy a recibir yo, los va a recibir el gabinete de Seguridad para no hacer un show, un espectáculo. No me gusta ese manejo propagandístico”.
Ante estas declaraciones, Javier Sicilia declaro: “Cumpla sus promesas de campaña Señor presidente López Obrador, tome altura como Jefe de Estado. Usted no tiene tiempo para recibir a las víctimas y a sus familiares. Ellas tienen años luchando por justicia”.
Resulta absurdo y ridículo los pretextos de López Obrador para no reunirse con la caravana y de una soberbia e insensibilidad política inconcebibles para un primer mandatario que tiene la obligación de escuchar y atender los reclamos más sentidos de sus gobernados.
Entonces Sr. Presidente: ¿si no tiene tiempo de escuchar el llanto, el dolor y el sufrimiento de los mexicanos, entonces para qué tiene tiempo?, ¿para elucubrar “otros datos”, que maquillen el triste padecer de un país que se desangra por la violencia y la inseguridad?, ¿para inventar otras frases “graciosas” e “insultantes” tales como: “fuchi”, “guácala” “piensen en sus mamacitas”, “abrazos y no balazos” y “perdón y olvido”, etc., para, desde su miope y necia estrategia, enfrentar este problema, mientras que día con día mueren, desaparecen y son víctimas de la inseguridad miles de mexicanos?, ¿para ver cuantos cientos de millones de dólares destina para crearles empleo y oportunidades a los inmigrantes centroamericanos para que se queden en el país, mientras los mexicanos sufrimos por la inseguridad, el desempleo, la falta de medicamentos, de escuelas, de hospitales, de carreteras, etc., producto de los recortes que aplica usted al presupuesto?, usted que se dice cristiano, ¿no es acaso un deber como tal escuchar el dolor y el llanto de los que tienen hambre y sed de justicia, tal y como lo hizo Nuestro Señor Jesucristo?
Dígame también, ¿de qué forma le falta usted al respeto a la investidura presidencial recibiendo a un grupo de gente agraviada por la inseguridad y la muerte de sus familiares?, ¿no es más denigrante y un verdadero show hacer de la figura presidencial un mero mercachifle rifando un avión, como si estuviera en una Kermés, que encabezar un diálogo que tenga como fin empezar, de una vez por todas, a tratar de solucionar el grave problema de inseguridad que aqueja nuestro país, lo cual le daría a la investidura presidencial una verdadera imagen de una institución ocupada por un estadista preocupado por resolver los problemas que aquejan a su pueblo?
Sin embargo, la cerrazón y obstinación del presidente, a quien al parecer le disgusta que la gente ponga en evidencia su incapacidad para gobernar, acusó a Javier Sicilia y a los conservadores, como él llama a sus enemigos políticos o a cualquier persona que se atreva a contradecir sus actos y errores de gobierno, de no haber protestado antes en contra de la violencia y la inseguridad, se quedaron callados como momias, dijo, tomando una actitud de víctima.
Se olvida López Obrador que el mismo Javier Sicilia ya había encabezado en el 2011 una protesta de este tipo y que miles de mexicanos, conservadores como seguramente los considera, se han manifestado para protestar contra la inseguridad y la violencia que azota el país desde hace años.
No se acuerda AMLO que cuando fue Jefe de Gobierno ocurrió una de las más grandes movilizaciones en la historia de la Ciudad de México, la Marcha de Blanco, ocurrida el 27 de junio de 2004, en la que salieron a la calle cerca de un millón de personas, convocadas por la sociedad civil e integrantes de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD) en protesta contra la violencia, la inseguridad y la impunidad, misma que, como de costumbre, fue minimizada y descalificada por el mismo López Obrador, quien dijo que en aquella movilización había habido manipulación de las derechas, oportunismo del Gobierno Federal y amarillismo de algunos medios. Con ello, López Obrador se muestra también como una persona que utiliza la mentira como una forma de desacreditar todo aquello que lo incomoda en el ejercicio del poder.
AMLO no sólo carece de sensibilidad política y humana, además de caridad cristiana, es además un hombre acostumbrado a mentir y que además no cumple sus compromisos, tal y como lo señala Javier Sicilia, quien nos dice que López Obrador se había comprometido a resolver integralmente el problema de la violencia y la inseguridad que vive el país, ya que señala que el 14 de septiembre de 2018, ya como presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), reconoció la dimensión de la tragedia humanitaria y la emergencia nacional, comprometiéndose además frente a las víctimas y a la sociedad, a darle prioridad en su gobierno a la Agenda de Verdad, Justicia y Paz y con ella conformar una política de Estado. En ese mismo lugar, comenta Sicilia, el presidente solicitó que se le brindara ayuda a fin de diseñarla y poder enfrentar la profunda crisis que vive el país en materia de seguridad.
Como puede apreciarse, Sicilia sigue representando una dura crítica hacia el gobierno del presidente López Obrador y su cuarta transformación. Éste ha repetido en numerosas ocasiones que México vive en un “estado de emergencia nacional” y ha reivindicado la necesidad de abordar la problemática de la inseguridad con un enfoque de estado, participativo e integral, tal y como lo señaló al inicio de la marcha con las siguientes palabras que nos deben mover a la reflexión: “… ya no hay tiempo para esperar, sino tiempo de poner como prioridad de la nación esa sólida política de Estado con la que el Presidente se comprometió el 14 de noviembre de 2018 en el CCUT y llamar en torno a ella a la unidad de la nación para que juntos todos (gobiernos, cuya responsabilidad es de la misma magnitud que la del Presidente, víctimas, organizaciones sociales, iglesias, gobiernos, partidos, universidades, sindicatos, empresas, medios de comunicación y ciudadanos) nos avoquemos a esa tarea. La verdad, la justicia y la paz, no puede ni debe reducirse a la seguridad y a la atención de casos como hasta ahora se ha hecho. Es tarea de todos, y la política de Estado que debe coaligarnos y que sólo puede asumir y convocar el presidente, requiere –lo repetimos una vez más y tal y como se había acordado con la SEGOB en 2018– de mecanismos extraordinarios que permitan iluminar las verdades del horror en todo el país y hacer la justicia que las instituciones ordinarias, desbordadas y atravesadas por redes de complicidad con el crimen, no pueden llevar a cabo. Solo con la verdad y la justicia del tamaño de la tragedia y la emergencia nacional que padecemos podremos aspirar a la reconciliación y la paz”.